Para que un equipo funcione bien, lo importante es que el ambiente que se viva entre los jugadores sea bueno y sano. Si esto no es así, es muy complicado que haya armonía en el césped. Le pese a quien le pese. Se puede ganar, sí, pero por otros factores, como la cantidad de estrellas por metro cuadrado.
Es lo que le pasa, al menos, a un par de equipos de la Liga este año. En primer lugar, el Real Madrid. Por mucho que sus jugadores en rueda de prensa se empeñen en desmentirlo, sé de buena tinta que hay dos grupos bien definidos. Por un lado, los respaldados por Mou, es decir, los portugueses. Por otro, los españoles.
Ya en alguna comparecencia, el entrenador luso ha hecho llamada de atención a los jugadores nacionales, responsabilizándolos de las derrotas, sobre todo ante el Barça, mientras ha defendido a capa y espada a Pepe o Cristiano Ronaldo, cuando éstos no han estado a la altura en muchas ocasiones. Pero Pepe, aunque mate es bueno y Cristiano, pese a todo siempre es el mejor.
No hay más que ver la información sin firma que publicaba Marca:
Mourinho: (Dirigiéndose a Ramos delante de toda la plantilla, los preparadores y utilleros) "Me habéis matado en la zona mixta".
Sergio Ramos: "No, míster, usted ha leído sólo lo que pone en la prensa, no todo lo que dijimos".
Mou: "Claro, como los españoles habéis sido campeones del mundo y os protegen vuestros amigos de la prensa... Como al portero" [refiriéndose a Iker, que está a 30 metros, trabajando con los porteros].
Casillas: [Le grita desde donde está] "Míster, aquí las cosas se dicen a la cara".
Mourinho: "¿Dónde estabas en el primer gol, Sergio?"
Ramos: "Marcando a Piqué".
Mourinho: "Pues tenías que marcar a Puyol".
Ramos: "Sí, pero estaban haciendo pantallas con Piqué y decidimos cambiar los marcajes".
Mourinho: "¿Qué pasa, que ahora juegas a ser entrenador?".
Ramos: "No, pero dependiendo de la situación del partido, hay veces que hay que cambiar los marcajes. Y como usted nunca se ha vestido de corto, no sabe que a veces se dan esas situaciones".
Y la problemática no viene de los propios jugadores, sino del entrenador. Una persona que se ha dedicado más a que se hable de él que del mejor o peor juego de un equipo y que ve como se le va la fuerza por la boca sin lograr vencer al Barça, aunque vayan cinco puntos por delante en Liga.
A veces, la función de un entrenador es sólo entrenar. Aunque sea una obviedad. El resto sobra.
Es lo mismo que le está pasando al Málaga. Con Apoño ya fuera de onda, a petición de Pellegrini, el vestuario no está con el míster chileno. Le costó poner a Isco, le ha costado poner a Recio (fichaje de invierno sin duda), quitó de enmedio a Apoño y el vestuario le acusa de falta de comunicación, de no tolerar, de dialogar poco con algunos jugadores y de ser una persona fría.
En su empeño de poner a jugadores en posiciones que no le pertenecen y de crear más polémica con el entorno que alegrías, el Málaga está perdiendo el norte. Ya no es el equipo de aspiraciones europeas con el que se soñó en su día; y la Liga empieza su segunda vuelta.
No se puede ver a un equipo bajar los brazos a los 30 minutos de partido, como pasó frente al Barça. El partido del Sevilla será clave. Pellegrini no gusta, ni dentro ni fuera del club.
FOTO: AS
Algo similar le había pasado a Manzano en el Atlético con Reyes. Esa división generada y la escasez de buenos resultados llevaron a la directiva madrileña a ponerlo en la puerta de la calle. Una decisión que, tomada a tiempo, puede llevar al equipo colchonero a conseguir sus objetivos. Van por buen camino. El Real Madrid y el Málaga, no.
Y hay antecedentes. Recuerdo al Betis del descenso hace tres temporadas. Un Betis partido en el vestuario, un lugar en el que mandaban más los veteranos de la cantera como Juanito, Arzu o Capi, que los varios entrenadores que pasaron por allí. Ellos echaron a Chaparro a la calle y a Tapia los que quedaron.
Y algo similar pasó con Manolo Jiménez al frente del Sevilla, donde las estrellas no lo aguantaban y los resultados no lo acompañaban.
En estas ocasiones, el Betis descendió y el Sevilla se quedó sin Champions. El Atlético de Madrid ha dado ejemplo y el Málaga y el Real Madrid deberían pensárselo; porque se pueden quedar con una temporada en blanco. Porque, amigos, en vestuario dividido, no hay sitio para lograr los objetivos.





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